martes, 13 de abril de 2010

Polonia bien merece una misa


Polonia es la novia a la que siempre se le muere su prometido en la víspera de la boda. Este hecho la hace fuerte pero sobre todo muy sufrida. La historia de este bello país ha navegado entre los vaivenes de un destino convulso y en muchas ocasiones fatal. Sale de una tormenta para meterse en otra. Las hordas tártaras cuando invadieron y destruyeron Varsovia allá por el año 1241 imprimieron en su adn su familiaridad con la desgracia.
Los polacos han conocido de particiones, injerencias continuas de sus vecinos y sobre todo en las dos grandes guerras del siglo XX sufrieron el horror de los dos totalitarismos más terribles que recordamos: el nazismo y el comunismo.
Tras la invasión soviética de Polonia en Septiembre de 1939, se produjeron los tristes sucesos de Katyn, una zona boscosa en la región rusa de Smolensk. Allí se fusilaron a 20.000 polacos, entre militares y civiles. De forma canallesca y cobarde los rusos durante muchos años quisieron endosarle esta matanza a los nazis, pero fue el mismo genocida ruso Stalin y otros gerifaltes de su Politburó los que firmaron personalmente las ordenes de ejecución de estos inocentes el 5 de Marzo de 1940. A Gorbachov no le quedó más remedio que reconocer la autoría rusa de esta masacre, y en 1992 Borin Yeltsin, entregó al entonces presidente polaco Lech Walesa la propia orden anteriormente citada. Este suceso histórico permanece muy presente en la memoria de los polacos, y en estas fechas se celebra su setenta aniversario.
En orden a recordar la dignidad de las víctimas, se dirigían el pasado sábado los más altos mandatarios polacos en un avión Tupolev al lugar de la matanza. Al frente de la comitiva oficial iba el Presidente de Polonia, Lech Kaczynski. Parece ser que debido a la densa niebla en la zona del aeropuerto de Smolensk, el avión sufrió un grave accidente y fallecieron todas las personas que iban en él, un total de 97 víctimas, 9 de ellas pertenecientes a la tripulación de la aeronave y los 88 restantes pertenecían a la delegación oficial polaca. Una auténtica tragedia que dejaba a Polonia nuevamente sumida en la pena y la tristeza.
Lech Kaczynski era un lider político que forjó su crédito en su compromometida lucha desde el sindicato Solidaridad contra el régimen comunista establecido en su país. Fue un colaborador leal y necesario para Lech Walesa, que desde la defensa de la dignidad de las personas, se enfrentó al poderoso comunismo ruso y lo venció. En esa victoria tuvo mucho que ver el Papa Juan Pablo II, Reagan y Thacher. El ejemplo polaco ayudó a que Europa del Este plantara cara al inhumano comunismo ruso que tanto daño les procuró y acabara derrotándolo.
Utilizando las palabras del primer ministro polaco, Tusk, no me cabe duda que Polonia llorará a los ausentes, como siempre, y volverá a levantarse de nuevo. Están dando una lección como nación sufrida, que no quieren resignarse a la fatalidad del destino y quieren seguir construyendo su presente y su futuro. Nuestro más sentido pésame al pueblo polaco. Descansen en paz las víctimas.

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