Palabras por zancadas

La tarde ha sido una hora más joven. Este domingo ha sido atípico. No ha habido carreras en la madrugada, abdominales en el desayuno y mancuernas precediendo a la ducha. Estoy lesionado y el reposo debe reinar mi vida. He estado demasiado ocupado con el cuidado de mi cuerpo, con el castigo del mismo, que me olvidé un poco de vivir.
El ejercicio físico durante muchos meses ha sido mi mejor compañero. Entre zancadas he encontrado la libertad que necesitaba. Ese mundo se me ha desmoronado cuando el pasado miércoles, mi gemelo derecho se rompió e invitó a mi cuerpo a decir: basta. Me siento un poco huérfano. El deporte me ha abandonado y mi interior se revela, aunque no sabe cómo expresarlo.
La vida es maravillosa, y esta tarde mientras disfrutaba viendo un documental sobre mi querido cineasta ruso Tarkovsky, me he dado cuenta que posiblemente esté en una etapa de mi vida de cierta madurez literaria. Ese estado que percibo interiormente no lo estoy sabiendo aprovechar. He dedicado poco tiempo a la escritura y ese es mi afán primero. En este momento debo realizar la transformación de mis zancadas a palabras. El tiempo que el deporte me va a conceder lo voy a dedicar a escribir.
Me voy a embarcar en dos proyectos literarios ambiciosos. Uno tiene que ver con la Medicina y otro con la Batalla de las Navas de Tolosa. El primero pretendo finalizarlo para el verano, y el segundo para el otoño. Debo aparcar el libro que tengo muy avanzado sobre Grossman y Nemirowski por un tiempo.
Mis madrugadas van a llenarse de palabras durante unos meses, en las que las zancadas deberé olvidarlas.
Cuando me pongo frente al ordenador para crear literatura, me suele acompañar muchas veces la voz de Teresa Salgueiro y la música de Madredeus. Hoy quiero compartirla con vosotros, para que sepáis que regreso a la literatura.