El hombre pequeño tiene en muchas ocasiones la tentación de querer controlarlo todo. Es una vieja aspiración del vanidoso: ver y saberlo todo de todos para que nadie sepa nada sobre mí.
Si de algo estamos orgullosos todos, es de nuestra libertad y de la protección de nuestra intimidad. El que no cuida sus habitaciones interiores está expuesto a su empequeñecimiento. Debemos airear sólo nuestra alma con quien puede facilitarnos aire fresco y puro, y no gases letales.
En la película Toy Story III, el "mono controlador" ejemplifica muy bien esa nueva figura de "Torquemada" de poca monta que tanto se está apoyando desde determinados medios de comunicación. Los nuevos "profetas" de la telebasura, han mostrado sus vergozantes intimidades, y consideran que de esa manera alcanzan el lugar desde pueden juzgar al resto de personas. Ellos ya saben que la sociedad los ha indultado por su decrepitud moral, y no pueden caer más bajos. Así quieren convertire en auténticos "Grandes Hermanos" de nuestra sociedad, para mostrar todo aquello de lo que nos sentimos menos orgullosos, e incluso nos arrepentimos.
Lo peor de todo es que muchos ciudadanos quieren adquirir también este papel, porque de esa forma consideran que pueden mantener de alguna forma sus privilegios.
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