En esta tarde gris y fría, la lluvia todavía no se ha atrevido a hacer acto de presencia, pero la humedad acaricia nuestra piel y se infiltra en nuestros huesos.
Hace sólo unos días paseaba por las calles de Venecia y me acariciaba el sol. Recordé la canción de Charles Aznavour mientras me mecía por el canal en la góndola y esta tarde quiero compartirlo con vosotros.
Nadie debiera morirse sin conocer Venecia.
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