jueves, 18 de junio de 2009

Silencio en las aulas


El silencio era el cáncer de la nueva pedagogía. O así lo creyeron generaciones de profesores, que en pos del crecimiento de los alumnos, estimaban que la comunicación entre ambas partes era la piedra filosofal de las nuevas formar de crecer y madurar en las aulas.

El problema comenzó cuando la comunicación verbal que brindaba el alumno no era ni la requerida, ni la pertinente para el proceso pedagógico. Los alumnos hablaban de todo y por todo, menos de lo que interesaba.

Sócrates con sus pupilos estableció un particular estilo docente, que se caracterizaba por el discurrir de las ideas en contestación a unas cuestiones iniciales que planteaba él. En sus clases estaba prohibido no hablar, siempre que el pensar hubiese precedido al movimiento mandibular, por supuesto.

Ahora nos enteramos que nuestros sufridos profesores pasan gran parte de su tiempo mandando callar a sus alumnos. Grave problemas al que se enfrentan. O bien los alumnos no piensan antes y por tanto la verborrea llena ese hueco, o los profesores no formulan bien las cuestiones iniciales.

Desgraciadamente el método socrático ha sido modificado por el de la estulticia de una sociedad que no hace otra cosa que hablar por hablar.

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