miércoles, 30 de septiembre de 2009

La mediocridad


La mediocridad es el tributo de lo vulgar. El inicio del siglo XXI significó la esperanza en un nuevo ciclo. Se entiende que para bien. Muchos hicimos firme propósito de buscar la verdad, respetar la dignidad de las personas, trabajar por la justicia y apostar por la solidaridad. Entendíamos que el hombre se merecía una nueva oportunidad. Debemos aspirar a la excelencia, para así quedarnos en la posición que nos procure nuestro talento y esfuerzo. Si nos conformamos con lo sencillo, nos encontraremos con lo mediocre.

Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance. Reafirman su bajeza desprestigiando el mérito de los demás. No aceptan las conductas ejemplares de las personas con altura de miras. No les sirve ninguna actitud ejemplarizante que pueda mostrarle la grandeza de lo humano. Su ideal es el de igualar a los hombres por abajo. Con visión de gallina de corral, en una sociedad igualitaria el más vulgar es el que más destaca.

La televisión está contribuyendo de manera efectiva e imprescindible a sentar los pilares de esta nueva sociedad. Sólo hay que pasear por la parrilla televisiva para tener que acudir a por el “Primperan” para evitar el vómito. Gritos, y más gritos, descalificaciones, insultos, mentiras, y demás barbaridades conforman los guiones de este tipo de programas. Se glosan a diario loas al mal gusto, a la vulgaridad y en definitiva a la mediocridad. Algunos de estos nuevos juglares entienden que el alma humana puede servirse al peso, entre pan de molde, acompañada de lechuga, tomate y mostaza y posteriormente eructarla.

El gran escritor inglés Chesterton acertó explicando que “la mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta”. Esa debe ser nuestra nueva tarea, poner en valor lo que engrandece al hombre y criticar lo vulgar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como bien osas en decir la mediocridad es la peste de este siglo.la balia de un ser en estos dias que nos acompañan se nos antoja juardar para adentro. solo son apremiados los vulgares, ofensivos, despotas y la prepotencia se ha hecho un hueco importante en la humanidad. Gracias otra vez por hacernos pensar que aun no es tarde.