martes, 13 de octubre de 2009

Oda al euribor


Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase la hipoteca.
¡Cuánta “malaleche” dormía en sus entrañas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarla!
¡Ay! pensé; ¡cuántas veces el banquero
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y sangra!».

Es esta una nueva versión de la famosa rima de Bécquer. El “euribor” concita más desvelos y versos que la belleza de cualquier mujer amada. Nunca antes tres cifras, separadas por un punto, habían acompañado tanto el sueño de hombres y mujeres.
Qué belleza sin igual es la que ha acompañado al portavoz del Banco Central Europeo cuando anunció con endechas los nuevos atributos del bello índice para el próximo año.
Esta revisión de la hipoteca es mucho más bella si cabe, porque sintiéndose herida por las miradas inquisidoras del amado despechado, no ha querido elevarse hasta alcanzar el 1,30.
Los versos de las hipotecas en el año próximo rezumarán lozanía y estarán tocados de aventuras imposibles, que harán olvidar los lamentos y versos trágicos de todo este año que quiso alcanzar el 6 para jodienda y disgusto del personal. No hubo mayor ofensa todo este año que las ganas de grandeza del maltrecho “euribor”, pero no ha habido mayor recompensa que su descenso a los infiernos. Dios lo mantenga ahí por mucho tiempo.

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