jueves, 5 de noviembre de 2009

La multa


La multa es el familiar pesado de nuestro suelo patrio. Nuestra historia es una crónica de inspectores, normas, disposiciones, calabozos y multas diferentes. La autoridad busca a su presa y ella se resiste. Lo nuestro con las multas es todo un tratado de supervivencia.
La actualidad se retrata entre radares. El gran hermano vial quiere mandar un mensaje de autoridad y oficio. Hoy el Congreso de los Diputados aprobará una nueva reforma del procedimiento sancionador de las infracciones de tráfico. Nuevos tipos de infracción, nuevos procedimientos de notificación, nuevas vías de pago, todo aderezado con suma y resta de puntos.
El español medio es escurridizo con las obligaciones que acarrean sus infracciones en materia de tráfico. Nos quieren equiparar a la actitud de otras culturas de nuestra querida Europa, donde el discurso a favor del discurso de la seguridad vial es un tema de madurez democrática.
Todo eso va poco con nosotros. Antes cuando uno entraba en un pueblo era recibido con un cartel: “Bienvenido a Socuellamos”. Ahora te retrata un radar. La Guardia Civil de Tráfico era nuestro ángel de la guarda en las carreteras, pero por desgracia sus trajes se van oscureciendo pareciéndose cada vez al del cobrador del frac. Todo mi respeto para la Benemérita pero que seguro que ellos agradecerían el que no tuvieran que mostrar tanto su perfil sancionador y más el que tan magníficamente hacen de ayuda al siniestrado o facilitan el tráfico.
Todos aceptamos esta nueva vuelta de tuerca sancionadora si es en pos de que descienda el número de muertos en la carretera y todos contribuimos a una mayor seguridad en la carretera.

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