Europa se gestó con el amor por la belleza y el saber de los griegos, la administración y el derecho romano y la constribución transcendental cristiana. Después se reconoció en el Renacimiento y encontró nuevos vuelos con los aires impetuosos de la Ilustración. La civilización occidental no se puede entender sin la contribución europea y sin su humanismo.
En 1956, en la ciudad suiza de Lugano, se celebró el primer Festival de la Canción de Eurovisión. Marcel Bezencon fue su creador, y su idea original era la de unir a los pueblos europeos a través de la música, a la vez de dar a conocer al mundo la música europea.
Noble propósito que comenzó a desvirtuarse cuando los países participantes, influenciados por el gusto por lo vulgar, apostaron por artistas que no se destacaban por sus dotes musicales, sino por encuadrarse en los que todos conocemos por la denominación "friki".
Los medios de comunicación tuvieron mucho que ver con esta caída por la pendiente de lo chabacano. Sólo trasladaban a este concurso su triste realidad diaria.
En España, este proceso de degeneración ha sido más intenso y acelerado que en el resto de los países participantes. Hace dos años, un personaje como "Chiquilicuatre", intentó reirse de los europeos, como ya había hecho de los españoles, pero el chiste no dió para tanto. Y en este año, de capitalidad europea española, no se les ocurre otra cosa a los responsables de Telecinco, que presentar como candidata a Karmele Marchante.
Esta señora es conocida por practicar un periodismo que algunos obtusos intentan denominar como "neorrealismo". Sus dotes artísticas las conocen todos. Karmele repele a la música y a todo lo que lleve el apellido artístico.
Todo está enmarcado en una estrategia empresarial que la utiliza, como a su mentor, el inclito Jorge Javier Vázquez. Olvidan que son, por desgracia, como material fungible, y que les ocurrirá como a los que les precedieron en el oficio de bufón. Se les pagará con el escarnio público y el olvido. Más pronto que tarde, cuando no puedan ya ni ser material fungible o mercancia consumible para una masa adocenada y vulgar, podrán entender lo que les decimos.
Quiero pensar que esa no es nuestra aportación a Europa en este año 2010. No pueden contar con nuestra complicidad este tipo de personajes, que nos confunden y nos alejan de la belleza de lo humano y del interés por lo relevante.
No dejemos enterrar a Europa con los lodos de la versión decadente y española de Eurovisión.
En 1956, en la ciudad suiza de Lugano, se celebró el primer Festival de la Canción de Eurovisión. Marcel Bezencon fue su creador, y su idea original era la de unir a los pueblos europeos a través de la música, a la vez de dar a conocer al mundo la música europea.
Noble propósito que comenzó a desvirtuarse cuando los países participantes, influenciados por el gusto por lo vulgar, apostaron por artistas que no se destacaban por sus dotes musicales, sino por encuadrarse en los que todos conocemos por la denominación "friki".
Los medios de comunicación tuvieron mucho que ver con esta caída por la pendiente de lo chabacano. Sólo trasladaban a este concurso su triste realidad diaria.
En España, este proceso de degeneración ha sido más intenso y acelerado que en el resto de los países participantes. Hace dos años, un personaje como "Chiquilicuatre", intentó reirse de los europeos, como ya había hecho de los españoles, pero el chiste no dió para tanto. Y en este año, de capitalidad europea española, no se les ocurre otra cosa a los responsables de Telecinco, que presentar como candidata a Karmele Marchante.
Esta señora es conocida por practicar un periodismo que algunos obtusos intentan denominar como "neorrealismo". Sus dotes artísticas las conocen todos. Karmele repele a la música y a todo lo que lleve el apellido artístico.
Todo está enmarcado en una estrategia empresarial que la utiliza, como a su mentor, el inclito Jorge Javier Vázquez. Olvidan que son, por desgracia, como material fungible, y que les ocurrirá como a los que les precedieron en el oficio de bufón. Se les pagará con el escarnio público y el olvido. Más pronto que tarde, cuando no puedan ya ni ser material fungible o mercancia consumible para una masa adocenada y vulgar, podrán entender lo que les decimos.
Quiero pensar que esa no es nuestra aportación a Europa en este año 2010. No pueden contar con nuestra complicidad este tipo de personajes, que nos confunden y nos alejan de la belleza de lo humano y del interés por lo relevante.
No dejemos enterrar a Europa con los lodos de la versión decadente y española de Eurovisión.
1 comentario:
Me parece muy bien que alguien haga una critica sobre el proceso de eurovisión. ya está bien de mediocridades adsurdas. basta yá de mostrarnos como peleles de altos vuelos incapaces de mantener la verdadera raiz más primaria, que no era otra que vuscar las voces más vellas y encantadoras. No debiéramos permitir que la política se inmisculyerá en el simple arte de unas buenas voces.
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