sábado, 30 de enero de 2010

La crisis ninja taurina


Los toros no han necesitado que las agencias de “rating” los hicieran descender de su calificación del nivel “AAA” al “AA” para sumirlos en una crisis sin precedentes. Por su trascendencia, me permitirán que coja de modelo a la conocida “Crisis Ninja”, con la que el encantador Leopoldo Abadía nos ha explicado de forma sencilla la actual crisis económica mundial que padecemos, para defender mi opinión.

Algunos taurinos han perdido de forma acelerada su confianza en la virtud y verdad del rito. No han necesitado ninguna hipoteca “subprime” taurina. Tan solo con la admisión a trámite el pasado 18 de Diciembre de 2009, de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) en el Parlamento de Cataluña, que solicitaba prohibir las corridas de toros, han sido noqueados. La plataforma ciudadana “Prou” (Basta) presentó 180.000 firmas para avalar su posicionamiento en contra de las corridas de toros, por considerar que debe acabarse con la “tortura de animales como espectáculo”.

Un observador externo restaría importancia a esta iniciativa. En el mundo asisten a las corridas de toros anualmente 60 millones de espectadores, y unas 200.000 personas viven directamente del mundo del toro.

La aritmética parlamentaria catalana en este momento, no deja de ser una circunstancia histórica más, y por tanto, no es el enemigo a batir. La base conceptual que sustenta esta ILP no deja de ser un tema opinable, y por tanto discutible en un marco de respeto, racionalidad y libertad. Entonces ¿por qué el mundo taurino se ha tambaleado? Trataré de arrojar luz al tema.

Los ninjas, en terminología de Abadía, eran personas sin ingresos fijos, sin empleo fijo y sin propiedades (no income, no job, no assets= ninja) a las que los bancos prestaban mucho dinero en forma de hipotecas inmobiliarias, que por supuesto luego no pudieron devolver. Algo parecido ha ocurrido en el mundo del toro. Se ha puesto un gran patrimonio cultural y artístico en manos de diferentes ninjas, y éstos lo han abocado a un riesgo evidente de desaparición. Intentaré identificarles a algunos de estos ninjas taurinos.

Los primeros de la lista han sido todos los aficionados ninjas que han albergado dudas sobre el trato que se le da al toro en una corrida. Se han hecho eco de las posiciones en defensa de los animales preconizadas por Peter Singer. Muchos han argumentado ya frente a esta posición de forma sesuda, ahora recuerdo a Vargas Llosa o a Fernando Savater por ejemplo, y no tengo espacio para extenderme en la refutación de los postulados de Singer. Pero sí que me veo obligado a recordar que el fin último del toreo no es matar a un toro, tras infligirle todo tipo de daños. Se mata al toro por haberlo toreado, como culminación de un encuentro entre hombre y animal en el que está presente la muerte real de ambos y que caracteriza a la esencia misma de ese encuentro. El toro es protagonista necesario en el rito taurino, que no se erige sobre el daño y la muerte del mismo, sino sobre principios de autenticidad y búsqueda de la belleza, y que respeta efectivamente su esencia y fiereza.

Hemos depositado también confianza en los denominados espectadores ninja. Algunas corridas de toros son auténticos eventos sociales que atraen a muchas personas que persiguen una forma de estar y parecer en la sociedad, buscando notoriedad y cierta distinción. Todos estos aditamentos, en muchas ocasiones han restado verdad al rito y han asfixiado el sentido poético del toreo.

Otros depositarios de confianza de la lista han sido los profesionales ninja. Desgraciadamente ahora se les oye poco. Los roles profesionales en el pasado estaban bien diferenciados. En estos días nos encontramos con empresarios que pueden ser apoderados, ganaderos, comentaristas, e incluso toreros. Se están dando situaciones de monopolio evidente.

Nos encontramos también con ganaderos ninja en la lista. Por desgracia han apostado por un tipo de toro de lidia que tiene poco que ver con el que necesita el rito, y que pueden llegar a cargárselo.

Por supuesto, también hay toreros ninja. Los diestros hasta hace poco hablaban en el albero, inspiraban a escritores e intelectuales, además de enamorar a las bellezas de la época. El diestro ninja aparece en las revistas del “cuore” más que en las especializadas, se deja fotografiar con los concursantes de cualquier “reality show” y se enamora de cualquier sirena televisiva.

No me pueden faltar en esta particular lista los comentaristas ninja. Desde posiciones tibias e interesadas han renunciado a su obligación de ser transmisores fieles de la realidad. No nos han seducido con lo valioso.

La actual crisis económica ha necesitado que los estados rescaten a las entidades financieras y que los gobiernos se empleen en recuperar la confianza de los ciudadanos, para que se puedan dar de nuevo las condiciones para generar riqueza.

Los que amamos los toros debemos recuperar la confianza y recordarles a los protagonistas principales del rito taurino que deben expulsar de sus filas a los ninjas, que entiendo que todavía son minoría.

El rito taurino se actualiza cada tarde que un hombre está dispuesto a jugarse su vida en pos de recordarnos a todos, que el valor, el coraje y la inteligencia humana pueden imponerse a la fiereza y la fuerza bruta de un toro. La ganancia emocional de asistir a este rito es tan intensa, que merece la pena su defensa y respeto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bueno ! Tan interesante como la entrevista a Wolf en "el mundo" sobre el mismo tema.