El euro es la doncella amenazada por malvados caballeros. Sus almenas de protección, como el Banco Central Europeo o gobiernos europeos, parecen que no son defensas suficientes. En las últimas semanas ha tenido que defenderse de las múltiples acometidas que han lanzado sobre él diferentes grupos de presión con afán especulativo. En las monedas existe también una hoguera de vanidades, pero sobre todo las consecuencias del poder de una sobre otras tiene consecuencias económicas muy relevantes.
La cuna de la civilización occidental, la querida Grecia, pasa por enormes dificultades económicas porque los nuevos bárbaros bursátiles y su desacertada gestión han complicado en exceso su capacidad productiva y han minado su credibilidad. Europa ha salido presta a su rescate, y ha recordado a nuestros queridos griegos que la verdad y la honradez deben presidir su planificación económica.
En España nunca nos gustó el euro, porque sustituyó a la moneda de 20 duros, y eso nos afectó mucho. Preferíamos que la famosa dorada moneda fuera la referencia para los cafés, el pan y diversos bienes de consumo, mucho más que el altivo euro. Pero somos conscientes de que sin el euro no somos nada. Necesitamos esa armadura para poder enfrentarnos a los retos económicos presentes y futuros.
El euro está llenando ahora la escena con dramas y tragedias. Aplicando sentido común, responsabilidad y austeridad volveremos a vivir entremeses y comedias varias con el euro, que se habrá convertido en sólido caballero y habrá abandonado su papel de doncella.
La cuna de la civilización occidental, la querida Grecia, pasa por enormes dificultades económicas porque los nuevos bárbaros bursátiles y su desacertada gestión han complicado en exceso su capacidad productiva y han minado su credibilidad. Europa ha salido presta a su rescate, y ha recordado a nuestros queridos griegos que la verdad y la honradez deben presidir su planificación económica.
En España nunca nos gustó el euro, porque sustituyó a la moneda de 20 duros, y eso nos afectó mucho. Preferíamos que la famosa dorada moneda fuera la referencia para los cafés, el pan y diversos bienes de consumo, mucho más que el altivo euro. Pero somos conscientes de que sin el euro no somos nada. Necesitamos esa armadura para poder enfrentarnos a los retos económicos presentes y futuros.
El euro está llenando ahora la escena con dramas y tragedias. Aplicando sentido común, responsabilidad y austeridad volveremos a vivir entremeses y comedias varias con el euro, que se habrá convertido en sólido caballero y habrá abandonado su papel de doncella.
1 comentario:
Es que la especulación forma parte del mercado. Los inversores no son ONGs, quieren ganar dinero.
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