Caravaca es nombre de cruz. Y en este año 2010 de año santo. La Santa Sede concedió en 1998 a esta bella ciudad del noroeste de Murcia, el honor de poder celebrar cada siete años su Año Santo Jubilar Permanente. Ya lo hizo en 2003 y acudieron al evento sacro más de un millón de peregrinos.
La Cruz de Caravaca es un Lignum Crucis, es decir, un fragmento de madera perteneciente al leño en donde fue crucificado Cristo. Se conserva en un reliquiario con forma de cruz de doble brazo horizontal y de uno vertical. La procedencia de la Cruz es oriental, de ahí su forma de cruz pectoral. Allí la usaban los patriarcas como un distintivo jerárquico correspondiente a obispos que, por su antigüedad y prestigio, merecían esta distinción con un grado de honor.
Según la tradición histórica, la presencia de la Cruz en la fortaleza caravaqueña data del año 1232. La Orden Militar del Temple fue la primera que custodió y defenció el castillo con su Cruz.
La reliquia caravaqueña es conocida en todo el mundo, gracias a la difusión que hicieron de la misma los jesuítas y los franciscanos. En el ámbito católico se le tiene un especial cariño a todas las reliquias procedentes del madero que portó Jesucristo, por otorgarle un valor sentimental indudable al mismo y ser objeto y motivo que mueve a la fe, la esperanza y la caridad.
La Iglesia conocedora del atractivo de esta Lignum Crucis concede privilegios espirituales a los que acuden en peregrinación a conocerla, entendiendo que el visitante hace un recorrido de mejora y ascesis espiritual.
Es un año magnífico para conocer esta ciudad de leyenda, obtener las indulgencias pertinentes y conocer a caravaqueños de pro, como nuestro querido Marcos Chacón. Va por tí, admirado jefe.
La Cruz de Caravaca es un Lignum Crucis, es decir, un fragmento de madera perteneciente al leño en donde fue crucificado Cristo. Se conserva en un reliquiario con forma de cruz de doble brazo horizontal y de uno vertical. La procedencia de la Cruz es oriental, de ahí su forma de cruz pectoral. Allí la usaban los patriarcas como un distintivo jerárquico correspondiente a obispos que, por su antigüedad y prestigio, merecían esta distinción con un grado de honor.
Según la tradición histórica, la presencia de la Cruz en la fortaleza caravaqueña data del año 1232. La Orden Militar del Temple fue la primera que custodió y defenció el castillo con su Cruz.
La reliquia caravaqueña es conocida en todo el mundo, gracias a la difusión que hicieron de la misma los jesuítas y los franciscanos. En el ámbito católico se le tiene un especial cariño a todas las reliquias procedentes del madero que portó Jesucristo, por otorgarle un valor sentimental indudable al mismo y ser objeto y motivo que mueve a la fe, la esperanza y la caridad.
La Iglesia conocedora del atractivo de esta Lignum Crucis concede privilegios espirituales a los que acuden en peregrinación a conocerla, entendiendo que el visitante hace un recorrido de mejora y ascesis espiritual.
Es un año magnífico para conocer esta ciudad de leyenda, obtener las indulgencias pertinentes y conocer a caravaqueños de pro, como nuestro querido Marcos Chacón. Va por tí, admirado jefe.
3 comentarios:
Muy buenas Dr. Trujillo.
Hace unos días que estoy entrando en su blog, y ratito a ratito, si no todos, puedo decir que he leído la mayoría de sus escritos. Me gustan. Por eso me he apuntado como seguidor y he incluido este blog entre mis preferidos.
Yo también soy médico y, alguna vez, he querido ser escritor. Como descubrí que no sirvo para novelar me dedico, más que nada, a escribir sobre historia.
Llegué aquí a partir del "Decálogo del Médico Humanista" que he reproducido en mi última entrada:
http://tiempoparalamemoria.blogspot.com/2010/05/el-decalogo-del-medico-humanista.html
Deduje que era suyo. Si me he equivocado, por favor, hágamelo saber. Si acerté, por favor, agradeceré su conformidad con la publicación.
Independientemente de la autoría del "Decálogo", si me lo permite, seguiré disfrutando aquí de sus palabras. Y cuando surja la ocasión hablaremos de "toros"...
¡Ah! Se me olvidaba:
He votado por usted...
Procuraré visitar Caravaca...
Y ¡Enhorabuena por su buen hacer!
Muchas gracias Prof.Doña. Sus palabras son muy generosas y amables conmigo. Compartimos afición e interés por el hombre, y eso une mucho.
El Decálogo del Médico Humanista lo escribí en mi último año de residencia, en el 2000, y veo que todavía acaricia mentes y corazones.
Cuénteme también desde hoy entre sus lectores.
Un afectuoso saludo:
José Antonio Trujillo.
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