sábado, 23 de abril de 2011

Recomendaciones literarias para el Día del Libro

El libro es el viejo rockero de nuestra cultura. Nadie puede acabar con él. Para gloria nuestra y del marketing, hoy se celebra el Día del Libro. Este evento invita a que compren libros los que no lo hacen habitualmente, y a que conozcan de cerca los lectores a sus admirados escritores. Yo me siento escritor y por tanto, lector eterno. No sé si soy buen lector, pero lo que sí tengo claro es que todavía no alcanzo mi nivel deseado con mi joven escritura. Confío en que algún día sea un escritor digno y un lector sencillo.
Voy a recomendar 7 libros para aquel o aquella que quiera fiarse de mi criterio y gustos literarios. Incluiré tras la imagen de cada uno de ellos la reseña oficial de los mismos. Sólo anoto consideraciones propias en el de Montero Glez, Umbral y los míos. 
Los libros recomendados son:

Alto funcionario ministerial, culto, solitario y seguro de sí mismo, el hombre acaba de dictar una orden de enorme trascendencia, una decisión que en cuestión de horas afectará inexorablemente a millones de personas. Sin embargo, su aparentemente inmutable serenidad se resquebraja con la inesperada aparición de Aino Laine, una hermosa joven finlandesa de nombre poético y que tiene un parecido asombroso con la única mujer que el hombre amó, fallecida años atrás. Entonces, contra lo que aconsejan la prudencia profesional y el decoro, éste invita a la joven desconocida a acompañarlo esa misma noche a la ópera. Da comienzo así entre ambos un diálogo íntimo y profundo, un juego de seducción no exento de riesgos, donde la pasión, la nostalgia y la fuerza destructora del destino obran una perturbadora transformación en el sólido equilibrio burgués de un hombre sensato y honorable.

Publicada por primera vez en 1943 —en un período de la segunda guerra mundial de extraordinaria tensión e incertidumbre en Hungría, cuyo régimen se había alineado con la Alemania nazi—, La gaviota es una muestra más de la incomparable prosa, incisiva y sin concesiones, de Sándor Márai, uno de los grandes escritores del siglo XX. 
Publicada por primera vez en 1940 —año en que Irène Némirovsky huyó de París en compañía de su marido y sus dos pequeñas hijas para refugiarse en un pueblo de la Borgoña—, ésta es la última obra que la autora de la magistral Suite francesa publicó en vida, dos años antes de su deportación y asesinato en Auschwitz. Teñida de marcados ecos autobiográficos, la novela se construye con retazos de la infancia y del exilio, la crisis de identidad, las historias de amor, todo sujeto a los azarosos caprichos del destino. Ada y Harry Sinner, parientes lejanos, son dos jóvenes judíos procedentes de niveles sociales muy distintos a quienes un recuerdo infantil ha dejado una huella imborrable en sus vidas. Ada abandonó Ucrania poco antes de la revolución bolchevique, se ha casado con su primo Ben y lucha por abrirse camino como pintora. Harry, por su parte, ha contraído matrimonio con una joven francesa, hermosa, rica y católica, y se mueve en el mundo de las altas finanzas. Pero la fascinación que siente al contemplar dos cuadros de Ada en un escaparate lo llevan a recordar el mundo que ambos han dejado atrás.
Con su destreza habitual para el retrato psicológico, Némirovsky delinea con claridad el torbellino de sentimientos de un clásico triángulo amoroso. Al hilo de los apasionados personajes, el relato transporta al lector desde Ucrania hasta el París de los años veinte, y la tensión narrativa crece sin cesar hasta la conclusión del relato. 

Desde las primeras líneas de Viaje de invierno, el singular microcosmos de Amélie Nothomb nos seduce y nos atrapa. La declaración del protagonista no admite refutación alguna: «Voy a hacer estallar el avión a las 13.30». ¿Un terrorista internacional? Ni mucho menos. ¿Un mártir religioso? Tal vez. Pero la religión por la que Zoilo se inmola no es la musulmana, tampoco la cristiana, es el amor. Un amor total, incondicional, pues para Zoilo «no existe fracaso amoroso. Es una contradicción en los términos. Experimentar el amor ya supone un triunfo, tanto que podríamos llegar a preguntarnos por qué queremos más». El ansiado objeto de deseo de Zoilo es Astrolabio, una joven cuya existencia se centra en velar por la integridad física y la obra de Aliénor, una peculiar novelista. Como su nombre indica, la escritora, aquejada de un peculiar autismo que la vuelve indefensa ante el mundo, es un verdadero alien glotón y baboso, que dicta sus novelas a su devota agente y cuidadora. La referencia autobiográfica está servida, ¿cómo no pensar en la excéntrica escritora belga y su peculiar relación con su hermana? Es así como en este viaje de invierno volvemos a encontrar el deleite en los nombres propios a los que Nothomb consagra arduas investigaciones filológicas y la fina ironía, dirigida a veces contra sí misma. También la exquisita extravagancia en tramas y personajes que, como en los esperpentos de Valle-Inclán o el absurdo de Jarry o Beckett, hace de la obra de la belga un espléndido retablo sobre la vida, el amor y la muerte.

“Camarón” es el Picasso del flamenco, que con andares de “dandy”, chaleco corto, tabaco prohibido y sabor a fragua, ha revolucionado para siempre un cante que por ser jondo no se merecía morir por inanición. Uno ya no sabe si está vivo o muerto, como Elvis o los Beattle, porque la música es inmortal y no conoce de funerarias.
El cantaor gaditano se encontró un día con Montero Glez y se cruzaron un “buenasnoches” que ha dado para un libro, “Pistola y cuchillo”, que ha resucitado al de San Fernando como personaje y nos ha revelado el secreto mejor guardado del escritor madrileño.
Montero Glez (Madrid 1965) ha escrito un relato sin aspiraciones de novela en 124 páginas. Las biografías destilan olor a alcanfor, y “Pistola y cuchillo” huele a tabaco y sabe a “madrugá”. Al estilo de Cervantes y Galdós, el escritor madrileño se atreve con la primera persona para transitar al lado del gigante  “Camarón”, y tejer una fábula “calé”, que le devuelve al cantaor su rostro humano, sus pulmones negros y sus sueños en forma de canción.
La “Venta de Vargas” es la puerta de San Fernando donde Manolete se vestía de torero y Manolo Caracol conocío a un niño que cantaba como los ángeles con voz de macho. En este lugar emblemático discurre el “martinete” que Montero Glez ha tejido para gloria de “Camarón”, el “Viejales” (representante del artista) y el gallo rubio “Ciclón”. Con el martillo de su pluma va moldeando la cuarteta octosílaba de una historia que a modo de tributo, se rinde a la descripción del ambiente en la que cantaor gaditano quería amañar una pelea de gallos para conseguir los “jurdoses” (dinero) que le llevaran al galeno que insuflara aire a sus pulmones negros. El narrador adquiere la personalidad de un entrenador de gallos que asiste entre  whisky  y pescaito, al relato que Camarón construye con su pasado, sus sueños y sus desvelos,  ahogándose entre cigarro y cigarro.
En muchos momentos, cuando uno transita por “Pistola y cuchillo”, percibe matices que recuerdan a las soleares de Manuel Machado, que de tres versos en tres versos, encuentra la metáfora perfecta que nos acerca al “Camarón” que Montero Glez siguió durante años y que ahora ha encontrado en su libro.
“Pistola y cuchillo” es un libro muy especial para su autor porque lo ha parido con forceps y dolores de “madrugá”. Los seguidores del escritor madrileño que quiso nacer en Cádiz, encuentran en el cartón de tabaco que dura el libro, su secreto mejor guardado.
Montero Glez es el poeta maldito de la novela española. Raúl del Pozo lo definió como “un navajero de la literatura”,  y  Arturo Pérez-Reverte nos retó escribiendo: “Y ahora vayan y léanlo, si es que tienen huevos”.
Se presentó en el panorama literario español con su  novela titulada “Sed de Champán” (1999). Al estilo de Baudelarie o Rimbaud, escupió palabras que tejían una obra que buceaba en los sótanos de una sociedad acostumbrada a encumbrar a mucho escritor mediocre con denominación de origen.
Después le siguieron “Cuando la noche obliga” (2003) y “Manteca Colorá” (2005) así como el volumen de cuentos titulado, “Besos de fogueo” (2007). Colaborador en distintos medios y bajo diferentes seudónimos, reunió sus artículos de opinión en “Diario de un hincha, el fútbol es así “ (2006) y “El verano: lo crudo y lo podrido” (2008). Su novela “Pólvora Negra”A ras de «yerba», apuntes futboleros”. En noviembre de 2010 publicó su citada  “Pistola y cuchillo”. fue galardonada con el premio Azorín de novela 2008. En el 2009 publicó “
Cuando uno lee a Montero Glez se adentra en el infierno y en el cielo que puede ser la vida, a través de unos personajes que se deslizan por el lado canalla de la existencia sin afán de querer ser absueltos por una sociedad que los olvida y margina. El lector baila leyendo sus novelas.
En “Pistola y cuchillo”, Montero Glez desvela su secreto: es el flamenco la métrica de sus creaciones. El autor se pierde en cada trabajo en su particular triangulo de las Bermudas, con Camarón, la “Venta de Vargas· y el “Candela” formando la perfecta figura geométrica.
Montero Glez es el “Camarón de la novela”.

El único hijo de Umbral, Pincho, falleció en Julio de 1974. El escritor finalizó “Mortal y rosa” entre Noviembre y Diciembre del mismo año. Se publicó por la editorial Destino en Mayo de 1975. La acogida del libro sólo fue tibia, en palabras de su amigo el crítico García Posada. Con la distancia del tiempo nadie duda en que es una obra maestra, y sin duda  su obra más célebre y celebrada. ¿Cómo surgió la idea de este libro? ¿Por qué es tan importante en la evolución literaria del autor? El escritor Fernando Sánchez Dragó arrojó la siguiente hipótesis: “Nunca volvió a ser el mismo después de la muerte por leucemia a los seis años del hijo único que España le había dado. Cuentan que fue entonces cuando se endureció su carácter y decidió convertir la literatura en lo que ésta fue ya siempre para él: una celda de monje, un seno de madre, un acogerse a sagrado, un burladero frente a las acometidas del mondo cane, del perro mundo que en Yira cantara el tango”.
No existe un acuerdo unánime para definir el estilo de “Mortal y Rosa”. ¿Es un diario? ¿Es una novela? ¿Es un autorretrato? Él mismo nos da la respuesta: “Sucesivas iluminaciones concéntricas, rueda de instantes, un faenar con el presente hasta agotarlo”. Intenta resolver el tema por elevación. Consideramos que el texto es un diario, fechado elípticamente, que oscila en cuanto a contenido, entre el autorretrato y la confesión.
Muchos consideran que fue más allá de la literatura con este libro y Umbral intentó que de alguna forma su escritura fuera terapia para su pena y amargura. El mismo Sánchez Dragó apostilló: “Mortal y rosa” es, en consecuencia, no sólo una elegía, un aullido de dolor originado por la muerte a redropelo, contra natura, de un niño de seis años, sino también la confesión, en esa especie de diván de psicoanálisis que es, a veces, la literatura, y la subsiguiente tentativa de autosanación de una triple orfandad de ala amarga y homicida”.
El título del libro procede de unos versos de Pedro Salinas:

“…esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito”

Humildemente también recomiendo mis dos últimos libros literarios que podéis encontrar en la LIBRERIA LUCES en Málaga:




En este libro me acerco al misterio del dolor y sufrimiento humanos de la mano de la literatura. “Lágrimas de papel” es un libro de difícil clasificación, que bebe de las vidas y obras de tres gigantes de la literatura universal ya fallecidos: el español Francisco Umbral, el húngaro Sándor Márai y el británico C.S. Lewis.
Tras unas reflexiones personales iniciales sobre el oficio de escribir y el dolor y sufrimiento humanos, muestro la grandeza y vulnerabilidad de las  vidas de estos tres escritores que a través de sus obras entonaron un canto a la dignidad humana.
El libro finaliza con un epílogo de tono esperanzador y una propuesta pedagógica de carácter netamente humanista, denominada “Programa Humanitas”.



En esta novela me acerco al mundo del fútbol de una forma jocosa e íntima. Fui jugador de fútbol durante muchos años, y soy un enamorado de este deporte tan popular.
El balompié se convirtió en auténtico bote salvavidas para generaciones de jóvenes de la España rural en los años ochenta, que gastaban sus horas entre vestuarios, terrenos de juego y competiciones.
Revisar ese periodo, es poner al descubierto las claves de una generación de jóvenes que creció en los primeros años de la democracia, convirtiéndose en auténticos testigos de la transformación extraordinaria que se estaba dando en España.
La descripción de los ambientes, la caracterización de los personajes, junto con el trasfondo sociológico e histórico de esta novela, conforman una obra deliciosa para los amantes de aquella época y entrañable para los que aman el fútbol.
Con un estilo jocoso, directo y fresco, muestraoque el fútbol es la vida para muchos de nosotros.

Confío en que disfrutéis con estas lecturas variadas e interesantes. Tras leerlos seréis, sin duda, más grandes.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Estos dias de vacaciones han sido dias propicios para la lectura, siempre es de agradecer que te recomienden libros. Acabo de terminar "El ardor de la sangre" de Irene Némirovsky, una joya, y estoy terminando "Suite francesa". Tenía precisamente preparada como próxima lectura "Viaje de invierno" y "La encantadora de Florencia" de Salman Rushdie también por recomendación de un amigo. Seguramente me haré con alguno de los que propones, otros ya los he leido. Un saludo. Una lectora fiel.