Memoria, dignidad y justicia, son las tres palabras fundamentales que las víctimas del terrorismo tienen siempre en su boca. La democracia española siempre estará en deuda con las personas que dieron su vida en su defensa. No hay nada más atroz y caprichoso que un acto terrorista, que en su esencia es inhumano y profundamente injusto. Los terroristas son personas que por el odio que atesoran renuncian a la dignidad con la que nacieron. Las víctimas muchas veces sufren por partida doble, cuando no sólo son violentadas sino que encima deben soportar la injusticia en el trato dispensado por la sociedad a sus cobardes ejecutores.
Antón Troitiño, miembro del 'comando Madrid' y asesino de 22 personas, quedó en libertad tras cumplir 24 de los más de 2.700 años de cárcel a los que fue condenado. En su macabro curriculum está el atentado perpetrado en 1986 en la plaza de República Dominicana de Madrid, en el que fallecieron 12 guardias civiles y fueron heridas 40 personas.
Troitiño salió ayer tarde de la prisión de Huelva pasadas las 17.00 horas después de que la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiena Nacional, presidida por el juez Alfonso Guevara, acogiera una solicitud de su defensa para que se le aplicara la polémica doctrina establecida en 2008 por el Tribunal Constitucional sobre el doble cómputo de la prisión preventiva.
Se trasladó a su domicilio de Amorebieta y fue jaleado por sus correlegionarios al grito de "gudari", y desde el balcón brindó por su salida de la cárcel. Mientras las familias de los guardia civiles asesinados debían soportar de nuevo la bofetada de la injusticia y el desdén en la intimidad de sus hogares.
Es el mundo al revés, las víctimas injustamente tratadas y los asesinos jaleados. Las reformas legales que permiten este tipo de interpretaciones de las condenas son un atentado a la razón y son tremendamente inhumanas.
Desde mi sencillo rincón, todo mi apoyo a las víctimas, toda la comprensión y toda mi admiración a su actitud ejemplar. A los asesinos, mi desprecio y mi repulsa. Memoria, dignidad y justicia, ahora más que nunca.
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