martes, 1 de noviembre de 2011

Síndrome de Diógenes Sanitario

La crisis actual tiene un componente trágico muy acentuado. Este hecho hace que la mayoría de los ciudadanos tengamos miedo a la pérdida de nuestro estatus actual. El miedo genera actitudes defensivas, conservadoras y en muchas ocasiones oportunistas.
El estado de bienestar construido en los países occidentales es uno de sus logros más relevantes. La ciudadanía entiende que a través de una educación y una sanidad pública que se ofrecen de una manera "gratuita", nuestra sociedad es más justa y equitativa, y sobre todo más soportable. La crisis financiera amenaza de forma grave  a la sostenibilidad de los dos grandes pilares del estado del bienestar. Por desgracia en nuestro país los políticos y responsables varios, no quieren hacer un debate serio sobre este nuevo escenario y prefieren dar una "patada hacia adelante". Plantear el debate es sinónimo de actitud irresponsable, nos dicen nuestros responsables. De ninguna forma se quieren explorar nuevas formas de provisión y financiación de estos servicios, como han tenido que hacer la mayoría de los países ricos occidentales. 
La mayoría de los responsables actuales sanitarios entienden que introducir dudas razonables sobre los problemas de sostenibilidad de nuestro sistema nacional de salud, sólo genera incertidumbre e introduce argumentos que amenazan a la equidad.
La realidad que vivimos día a día los profesionales de la salud nos dice todo lo contrario. Nuestro sistema sanitario que tiene fortalezas claramente reconcocibles, está amenazado por muchas "vías de agua" que están generando en la actualidad ya situaciones claramente insostenibles, injustas e inequitativas. Los profesionales tenemos la obligación de mostrar a la sociedad una realidad que quiere ser distorsionada, y que necesita de rigor intelectual y científico. 
Nuestro sistema sanitario actual gratuito sólo tiene oportunidad de sobrevivir si llamamos cada uno, dentro de nuestras diferentes responsabilidades, a las cosas por su nombre. En este proceso de clarificación  y transparencia necesariamente deberemos contar con los ciudadanos como sujetos activos de las nuevas transformaciones necesarias. No deben ser los convidados de piedra.
Existen muchos comportamientos oportunistas en la actualidad en nuestro sistema sanitario, lo que he venido en llamar Síndrome de Diógenes Sanitario. Ante la incertidumbre del futuro y de las tensiones propias que existirán en relación a la sostenibilidad del sistema y a la participación económica por parte de los ciudadanos, muchos profesionales y ciudadanos hacen uso inapropiado del sistema sanitario público, y a semejanza del vulgar concepto de "todo incluido", hacen acopio de servicios, recursos y bienes de forma caprichosa, egoista y sin duda, injusta. Los que entienden que futuros modelos de corresponsabilidad en el gasto por parte de los ciudadanos son por definición una medida inequitativa, tienen una venda en los ojos, y no señalan como males de este sistema las situaciones de inequidad que ya de hecho se dan de forma escandalosa en nnuestro sistema.
A todos se nos pueden ocurrir muchos ejemplos. Yo plantearé sólo dos muy sencillos. La mayoría de los profesionales sanitarios que trabajan en un hospital entienden que su acceso a las tecnologías sanitarias y a internet es un derecho y una herramienta imprescindible en su día a día, a pesar de que conocen que en la atención primaria son bienes de lujo, que no están al alcance de manera accesible y efectiva. Defienden de forma implícita que una secretaria de un servicio debe tener acceso a internet cuando un centro de salud sólo tiene un acceso al mismo para todos los profesionales, por ejemplo.
En mi consulta diaria atiendo a un porcentaje considerable de pacientes que me visitan semanalmente más de una vez porque entienden que con este encuentro su patología crónica tratada y estudiada, cambiará el destino de su evolución. Situación falsa y perniciosa, que impide que puedan estudiarse con más tiempo pacientes que necesitan atención por patologías agudas y que comprueban que su acceso se ve dificultado porque determinadas personas entienden la "gratuidad" como una barra libre sin término.
Podemos seguir engañándonos, y la realidad se hará tan terca y dura, que nuestra caída sera mayúscula y muchos entonarán el canto de "sálvese quien pueda".

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