miércoles, 31 de marzo de 2010

Semana Santa 2010


La Semana Santa es la plaza del pueblo del mes de Abril. Cada uno se acerca con su túnica particular y la visita como puede o como quiere. Existe una versión cultural, ciudadana, de tradición que invita a ir acompañado o a salir al encuentro. La versión profunda, religiosa, tiene que ver con el peso de la carga que cada uno porta. Uno se arrodilla y espera que ese Jesucristo y esa Virgen María que señorean nuestras calles lo ayuden a soportar tamaño peso.
Mi primera versión comenzó el pasado sábado cuando el "Cautivo" de Málaga se acercó a su cita anual con los enfermos y profesionales del Hospital Civil. Me quedo con las lágrimas de una chica que pedía a su Cristo, sentido para enfrentarse a su grave dolencia.
El Domingo de Ramos fue muy especial para mi. Pude acompañar por las calles de Málaga a mi querida Virgen de Lágrimas y Favores. Bellísimo nombre, que invita a la piedad y a la confianza en una Madre tan preciosa y grande. Su salida de la iglesia de San Juan fue impresionante, sonando la marcha "Lágrimas de San Juan", compuesta por Abel Moreno y con letra de Antonio Banderas. Los porteadores cantaron y mecieron el trono para que todos nos emocionaramos en gran manera.
El martes santo acompañé a la Brigada Paracaidista en su visita al Hospital Materno-Infantil. Fueron momentos tiernos y de auténtica camaradería con los servidores de las fuerzas armadas que necesitan el subidón de moral que le dan las gentes llanas antes de su partida próxima a Líbano y Afganistan. Me decían que cuando estén a miles de kilómetros recordarán esta jornada con los niños para seguir manteniendo la moral alta para enfrentarse a sus misiones de paz con dignidad y honor.
El jueves santo, ya en Ronda, acompañaré al Cristo de la Buena Muerte, rodeado de sus novios de la muerte, en número menor a otros años, por estar la mayoría en estos momentos en Afganistan. Desde allí tengo la certeza que dirigirán una mirada a su querido Cristo.
El viernes santo, sale mi hijo Alejandro, por primera vez, como penitente en la cofradía del Santo Entierro de Ronda, siguiendo una tradición familiar que se pierde en el tiempo. La tradición manda. No es mala costumbre acompañar a un Cristo que quiso morir por nosotros.
Después me dispondré a la buena nueva de la Resurrección de Cristo, y lo celebraré con la familia y acudiendo por la tarde a ver al junco de los ruedos, a don José Tomás, que intentará recordar a todos que los toros tienen más que ver con el arte y el valor que con la tortura.
Lo de menos es lo que yo vaya a hacer esta Semana Santa, lo importante es lo que cada uno haga en las dos versiones. Intentaremos no olvidarnos de la cara B.

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