Africa es la asignatura pendiente de la Humanidad. La civilización occidental la utilizó muchos años de amante. Siempre fue un amor interesado, limitado, prohibido. La belleza de sus tierras, la esperanza de sus gentes y sus gritos silenciosos nos han pedido siempre una oportunidad. La política nunca quiso saber de ella, más allá del "mete y saca" del momento. No atendió a la mayoría de sus dirigentes corruptos, no escuchó a sus fundamentalistas, pero es verdad que se rindió ante Madiba, nombre cariñoso y cercano por el que se conoce a Nelson Mandela. Icono de la lucha contra el apartheid, por el que estuvo en prisión durante veintisiete años, antiguo lider del Congreso Nacional Africano (ANC), primer presidente negro de Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz.
Este verano el Mundial de Fútbol se celebra en tierras sudafricanas. Recientemente se estrenó la película "Invictus", con Clint Eatwood de director y como actores principales Morgan Freeman, en el papel de Mandela, y Matt Damon como el capitán de la selección nacional de rugby, Francois Pienaar. La película está basada en el libro de John Carlin titulado "El factor humano", en el cual relata la implicación del entonces presidente, en su deseo de profundizar la reconciliación interracial, en el campeonato mundial de rugby de 1995, organizado y ganado por Sudáfrica tras años de exclusión de las competiciones deportivas. La película y el libro son correctos, aseados, tragables y debieran ser vista y leído por nuestros componentes de la selección nacional de fútbol que aspiran a ganar el próximo mundial.
La figura de Nelson Mandela merece un acercamiento respetuoso y crítico, pero uno queda atrapado en la multitud de esquinas, caras y recovecos de su personalidad. Encontró en el perdón una forma de hacer política y de compromerterse con la dignidad y justicia de su pueblo. Entendió en un momento determinado que el deporte podía ser un elemento vertebrador de una sociedad por las pasiones que desata y las lealtades que despierta. Entendió que con el rugby su pueblo se podía reconciliar en un momento determinado y apostó por ello.
El deporte puede ser una hoguera de vanidades o un instrumento fenomenal de vertebración de un pueblo. Nelson Mandela estableció una relación especial con el capitán del equipo, Francois Piennar, y le mostró el camino de dar sentido a su compromiso deportivo y le regaló los siguientes versos que yo envío a los chicos de Del Bosque:
"No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el dueño de mi destino;
soy capitán de mi alma".
Este verano el Mundial de Fútbol se celebra en tierras sudafricanas. Recientemente se estrenó la película "Invictus", con Clint Eatwood de director y como actores principales Morgan Freeman, en el papel de Mandela, y Matt Damon como el capitán de la selección nacional de rugby, Francois Pienaar. La película está basada en el libro de John Carlin titulado "El factor humano", en el cual relata la implicación del entonces presidente, en su deseo de profundizar la reconciliación interracial, en el campeonato mundial de rugby de 1995, organizado y ganado por Sudáfrica tras años de exclusión de las competiciones deportivas. La película y el libro son correctos, aseados, tragables y debieran ser vista y leído por nuestros componentes de la selección nacional de fútbol que aspiran a ganar el próximo mundial.
La figura de Nelson Mandela merece un acercamiento respetuoso y crítico, pero uno queda atrapado en la multitud de esquinas, caras y recovecos de su personalidad. Encontró en el perdón una forma de hacer política y de compromerterse con la dignidad y justicia de su pueblo. Entendió en un momento determinado que el deporte podía ser un elemento vertebrador de una sociedad por las pasiones que desata y las lealtades que despierta. Entendió que con el rugby su pueblo se podía reconciliar en un momento determinado y apostó por ello.
El deporte puede ser una hoguera de vanidades o un instrumento fenomenal de vertebración de un pueblo. Nelson Mandela estableció una relación especial con el capitán del equipo, Francois Piennar, y le mostró el camino de dar sentido a su compromiso deportivo y le regaló los siguientes versos que yo envío a los chicos de Del Bosque:
"No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el dueño de mi destino;
soy capitán de mi alma".
No hay comentarios:
Publicar un comentario