"Los Canarios" fueron un grupo de rock de la España de los 60 que estaba más pendiente de salir de la crisis económica que de mover las caderas. Su vocalista era un espabilado que atendía al nombre de Teddy Bautista. Sólo se les recuerda un éxito, “Get On Your Knees”, que olía a naftalina y sabía a cubalibre de coñac.
En 1968, el joven cantante madrileño Pedro Ruy-Blas fue el encargado de suplir la ausencia del líder del grupo, Teddy Bautista, durante su servicio militar. Es curisamente en esta etapa cuando Los Canarios alcanzaron sus mayores cotas de popularidad. De aquel encuentro con la dura realidad el bueno de Teddy quedó tocado pero no hundido.
La música lo abondonó, y lo acogió la político de corral y vuelo rasante. Se hizo el gallo de unos autores que se tragaron el timo de la estampita, y los españoles comenzamos a pagar la ronda. En unas ocasiones en forma de canon digital y en otros como derechos de autor. No hubo vivo que no se encontrara con el vampiro de la SGAE, ya que estaban ávidos de sangre, pero sobre todo de dinero.
Desde 1993, la recaudación de la SGAE se multiplicó por tres. Sin embargo, el dinero que no se repartía por no haberse localizado a su autor lo hizo por 12.5. Pasados cinco años, si se seguía sin identificar a quien debería percibir esos derechos, el dinero pasaba a engrosar las arcas de la SGAE. Y con ese dinero se montaron proyectos elefantiásicos como Arteria y se pagó a SDAE y Microgénesis. Y mientras que la Sociedad General de Autores y Editores no podía tener ánimo de lucro, estas compañías en las que también trabajaba parte de la directiva de la SGAE sí que tuvieron todo el ánimo de lucro del mundo.
Ahora los han pillado con el carrito de los helados, mientras los políticos estaban ocupándose de arreglarse las cejas por lo que pudiera pasar.
Que nadie sufra, que el bueno de Teddy dejará la SGAE antes o después, pero del dinero enajenado tendremos las mismas noticias que del que hizo famoso al Dioni.
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