jueves, 9 de abril de 2009

El reloj de José Tomás


Las agujas del reloj son las cadenas del hombre moderno. Horas, minutos y segundos son grilletes caprichosos que esclavizan nuestros pasos. Nunca hubiese pensado el monje benedictino Gerberto, posteriormente Papa con el nombre de Silvestre II, que su invento con pesas y ruedas del siglo X, no sería motivo de liberación para el hombre. La persona común sólo puede añadir diseño y distinción a sus nuevas esposas. El hombre extraordinario basa su grandeza en que vive el tiempo sin reloj.

José Tomás cuando luce su traje de torero en medio del albero, hace un ejercicio de desprecio al tiempo. Asistir al hecho maravilloso de verlo meciendo su muleta, puede ser presagio de lo eterno. El arte nunca conoció de segundos sino de épocas.

Ningún artista necesitó de reloj. Las obras artísticas sitúan su marco temporal en el de la Historia. “Las meninas” no pertenecieron nunca al siglo XVII. El hombre que porta la carga de su contribución a la belleza y a la verdad, goza con lo histórico y es tentado para que desprecie lo contemporáneo. El verdadero artista nunca olvidó su tiempo y sintió desprecio por sus coetáneos, todo lo contrario, quiso ser siempre hombre.

José Tomás es un torero de época con muñecas despejadas, al que Málaga siempre lo espera y le recuerda que no es necesario prescindir de su tiempo y sus gentes, para pasearse por la Historia.

No hay comentarios: