miércoles, 2 de febrero de 2011

El PGOU de Al-Thani

El pasado verano, Málaga conoció por primera vez a Al-Thani. Sus petrodolares aliviaron los nervios y los bolsillos del anterior mandatario del fútbol en Málaga, Fernando Sanz. Como si hubiera ingresado en la Legión, nadie le preguntó sobre su vida pasada al qatarí, y los malaguistas tan abonados al sufrimiento, rápidamente se sumaron a los cantos de sirena de un futuro mejor. 
El fútbol es tan caprichoso que no entiende de dinero, sino de otros condicionantes que conocemos bien los españoles, pero las penas con pan son menos penas. 
En pocos meses nadie reconoce al Málaga, ni en lo social ni en lo deportivo, pero nadie cuestiona aún la gestión del equipo de Al-Thani, que a base de dar palos al modo "gallinita ciega" nos  ha conducido a la situación en la que se encuentra el equipo. El dinero no hace mejor ni a los boquerones, ni a los jugadores, sólo los compra o los vende. Un equipo de fútbol es otra cosa, no es una empresa de capital riesgo, ni una sociedad de valores. Es verdad que de la mano del fútbol, un perfecto desconocido puede abrir las puertas que habitualmente están cerradas para el común de los mortales con una facilidad pasmosa. 
En una ciudad como la nuestra que desayuna a diario malas noticias económicas, es posición de fácil conquista para todo aquel que está sobrado de dinero. El PGOU en Málaga había sido el laberinto  de las mil entradas y ninguna salida, hasta que Al-Thami, ora con un nuevo estadio, ora con lo que pueda hacerse con cemento y ladrillos, encontró la llave maestra del mismo. 
No puede ser que en Málaga nadie diga hasta aquí hemos llegado. La impresión que me queda de todo esto es que todo apunta a que nos podamos quedar como en "Bienvenido Mr.Marshall " de Berlanga, y no nos va a quedar ni fuerzas ni ganas para reirnos. El fútbol nació en Inglaterra entre gente inteligente, no entre espabilados, y Málaga tiene experiencia de experimentos con ladrillos y cemento, que no conquistan ni los corazones ni los bolsillos de los que seguimos día a día creyendo en ella. Larga vida al jeque.

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