A los toros no le gusta Cultura

Los toros no son cultura, son animales. El toreo muy pocas veces es arte. Pero ay amigo, cuando un hombre portando únicamente una débil franela a modo de engaño se enfrenta a la fiereza de un toro, y en ese encuentro desigual no sólo vence la inteligencia y el valor, sino que aparece el sentido poético, entonces uno puede reencontrarse con la verdad y la belleza. Ese es el gran misterio del arte de torear. 

A los políticos les encanta cada vez más intervenir en todos los asuntos en los que la sociedad se  expresa y en el mundo taurino también quieren meter mano. De las aguas del ataque a la libertad en Cataluña sobre el tema taurino y el fariseismo de su parlamento autonómico, llegan los lodos actuales de querer salvaguardar la esencia del toreo dentro de un ministerio. Si lo primero fue un despropósito, lo segundo también lo es. Los toros no encuentran más seguridad dependiendo del ministerio al que pertenezcan. Ni en Interior ni en Cultura el mundo del toreo va a encontrar el agua fresca que busca. Ese agua sólo e encuentra en la esencia del mismo, en el respeto de su verdad.
La Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados aprobó ayer la Proposición no de Ley presentada por el PP por la que se instaba al Gobierno a que traspasase  “de inmediato” las competencias sobre espectáculos taurinos al Ministerio de Cultura.

La Proposición no de Ley prosperó con los 33 votos a favor de PP y PSOE; con 2 votos en contra, los de CIU y ERC; y una abstención, la del PNV. 

El mundo del toro no puede estar tranquilo y satisfecho en este juego de trileros ministeriales, mientras en los presupuestos generales del estado para el 2011 se ha destinado "cero euros" para el mismo, los festejos mayores pagan el 18% de IVA frente al tipo reducido del 8% de las demás manifestaciones de carácter cultural, y cada comunidad autónona tenga un reglamento taurino diferente.

A los toros hay que dejarlos en paz, y a los toreros hay que dejarles torear. Tan sencillo como eso.