"Dios está azul" pudo haber escrito Juan Ramón Jiménez la mañana de aquel jueves del caluroso Julio de 1992. España estaba borracha de tanto acontecimiento universal, Olimpiadas y Expo, y Camarón de la Isla fallecía a las siete de la mañana. Cerca de él no estaban las miles de personas que lo aclamaron en la Sala Palladium de Nueva York o en el Olympia de París. Sólo su gente, con su mujer Chispas a la cabeza, observó sus últimos tragos de aire y sus postreros quejidos. Camarón había nacido en la calle de la Amargura y dedicó su vida al oficio más pariente de la misma, el cante hondo. El gran Félix Grande escribió que "su desconsuelo era tan grande que acababa convertido en consuelo". El príncipe de los gítanos tuvo legión de seguidores, muchos payos y todos los gitanos. Supuso una bocanada de aire fresco que renovó el olor rancio de un flamenco que no quería salir de las tabernas de mala muerte. La "Venta de Vargas" en Cádiz fue el campamento para sus envestidas artísticas que a modo de reconquista elevó a todo tipo de posiciones seguras e inseguras de un arte que se estaba pretificando.
A finales del siglo pasado conocí a Montero Glez de mano de su Charolito. El protagonista de su magnífica novela, titulada "Sed de Champán". Cuando acabé de leerla, pensé que Umbral podía morirse tranquilo porque tenía ya un digno sucesor. En aquel momento, pensé cuando leía sus líneas, que estaba bailando una especie de tango, con compás y tristeza. Qué equivocado estaba.
Se obró el milagro y Montero Glez nos descubre en su última novela, "Pistola y cuchillo", su íntimo secreto. Él es el Camarón de la novela. Nada de compás ni tango, sino quejío y verdad. Qué grande eres Montero Glez.
Jamás pensé que pudiera acercarme a él, cruzar unas palabras. con el genio Y Twitter me mostró ayer que estaba en un error. Yo lo seguía en esta "Venta de Vargas" del siglo XXI, le mandé algunos comentarios y él me contestó. El cielo premió mi testarudez. Ahora él se ha convertido en seguidor mío. ¿Cabe más alegría?
Montero Glez, Camarón de la novela, Mágico González del fútbol, Dios te guarde muchos años.
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