La movida de los años 80 tenía más creatividad, decibelios y copas que la #spanishrevolution. Prefirieron perdese más en la letra de una canción, el embrujo de una noche y en unos besos robados que sabían a cerveza que en la tormenta perfecta del twitter. A falta de internet, se ocuparon con sus canciones de transformar una sociedad española en blanco y negro que en la transición necesitaba ya el color. Lo consiguieron.
Dentro de la cita a ciegas que supuso la movida madrileña, hubo auténticos intelectuales que imprieron tintes de epopeya a lo que olía sólo a hormonas, drogas y rock and roll. Uno de los grandes fue Jorge Berlanga. Su higado no le ha dado respiro, y sólo un año después de la muerte de su padre, el gran cineasta Luis García Berlanga, nos ha dejado.
En 2001, Francisco Umbral retrató a Berlanga en 'El Cultural'. En su texto se podía leer: "Siempre he visto claramente que Jorge Berlanga había creado para sí el mito del columnista solitario y nocturno, a la sombra de una mujer cambiante y al sol del artículo mañanero". Berlanga fue el Larra de la movida madrileña.
La carrera intelectual de Jorge Berlanga ha sido extensa y variada. Incluye traducciones (Bukowski), gestión cultural (la Mostra de cine de Valencia), la escritura de guiones de cine ('Todos a la cárcel'), la literatura ('Un hombre en apuros') y el periodismo, primero en 'ABC' y después en 'La Razón'.
Adios maestro, gracias por tu dandinismo exquisito.
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