Barcelona es una ciudad sin ley. Hace años que la capital catalana abandonó su estatus de ciudad moderna y acogedora. En demasiadas ocasiones sus calles han sido presas del chantaje de la fuerza de unos pocos ciudadanos que entendían que le asitsían todo tipo de derechos y ninguna obligación. En algunas ocasiones se denominaban "okupas", en otros "antisistema", en muchas otras "independentistas" y en otras pocas "anarquistas". Cualquier ocasión era propicia para introducir el caos y el desorden entre los tranquilos ciudadanos. La pasividad de la sociedad catalana, de sus responsables y de sus medios de comunicación ha sido la mejor aliada para que este grupo de violentos se sientan seguros y tranquilos en una ciudad que otrora fue un lugar soñado para escritores e intelectuales.
Ayer asistimos a un nuevo episodio de esta canalla cobarde que ha tomado prestados los ropajes de un movimiento pacífico para sembrar de violencia las calles catalanas. Su objetivo han sido los políticos autonómicos catalanes en esta ocasión. No han respetado a nadie.
El diputado de CiU Josep Maria Llop ha sufrido en sus propias carnes la brutalidad de los indignados que asediaron el Parlamento catalán. Ni siquiera su condición de invidente ha frenado a los energúmenos, que al grito de "es ciego, pero es diputado de CiU" le han zarandeado y le intentaron quitar su perro guía.
Llop es el primer diputado ciego en la historia del Parlamento catalán. Estrenó su escaño en enero de este año, tras ser elegido en las elecciones celebradas en noviembre de 2010. Cada semana acude a los plenos guiado por su perro guía.
Es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona y trabajó como abogado en la asesoría jurídica de la ONCE de Barcelona durante años. Además, fue el primer alcalde invidente de Cataluña en el municipio de la Palma de Cervelló.
Llop ejerció de consultor del Departamento de la Presidencia de la Generalidad de Cataluña en el diseño y desarrollo de páginas web accesibles, y fue el introductor del esquí para invidentes en España.
Es una persona que ha demostrado con creces su apuesta por la vida, incluso habiéndole tocado el lado menos amable de la misma.
Confío en que los políticos catalanes reaccionen y den una respuesta proporcionada y dentro de la ley a los que no quieren vivir en sociedad. Barcelona, Cataluña, España, merecen una oportunidad democrática una vez más. Así seguro que personas como el diputado Llop seguirán comprometiéndose con su sociedad y su tiempo.
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