miércoles, 5 de enero de 2011

Carrera por los Molinos del Tajo de Ronda

Las vacaciones deben seguir su ritmo. Uno descansa cambiando de actividad y acercándose a la Naturaleza. Ronda en invierno es un regalo para las rimas, un suceso para los relatos y un tema para las novelas. Si a toda esa trama le sumamos la actividad física, la cuadratura del círculo se completa.
El recorrido es tan bonito que invita a no correr, sino a quedarse contemplando. No es una buena opción para la carrera, ya que hasta que se accede al rio Guadalevín hay que correr cuesta abajo por una calzada conformada por guijarros que a las primeras horas de la mañana están mojados. No es fácil ir frenando en la carrera para no dar con los huesos en las piedras. Después uno corre hasta el Puerto de la Muela con barro como compañero y la vegetación que se siente cómoda con el invierno serrano. Coronado el puerto, he descendido de nuevo por un carril que me llevaba al inicio de mi carrera. Este último tramo de recorrido es muy duro porque hay que subir continuamente y atravesar el río que viene crecido en esta estación. El agua estaba muy fría pero no había otra opción, me ha llegado a la cintura, pero el placer del tránsito por este paraje era tan grande que todo se superaba.

He de reconocer que he tenido que andar en parte de este trayecto ya que mis urbanitas piernas no están hechas para esta dureza serrana. Confío en que cuando vuelva a mi paseo marítimo malagueño, este duro entrenamiento serrano me ayude a ir más ligero.
He estado más de una hora en este recorrido, que me ha sabido a gloria. Espero que los Reyes Magos se porten bien conmigo. Pasado mañana más.

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