Internet es la pesadilla de los totalitarios. La sociedad 2.0 ha encontrado en internet la defensa de su libertad. La red sólo teje y teje espacios de libertad. Nos ha acercado tanto a todos, que nos ha hecho a veces un poco menos humanos y algo más digitales. La nueva generación ha desarrollado sus pulgares para poder crecer entre video-consolas, tabletas, móviles, portátiles y ordenadores antidiluvianos. Lo importante no son el tamaño de sus pulgares, sino el de las expectativas y necesidades que están generando todo este tipo de jóvenes. Van a quererlo todo a golpe de ratón, porque su talento es grande y además entienden que éste crece cuando se comparte. Tanto es así, que el patrimonio de la creación no pertenece ya sólo a unos pocos, sino que éste es importante en la medida que se facilita el acceso a él, y no discrima a los creadores que no son importantes. Lo fundamental reside en la capacidad que tengamos todos de aportar algo a nuestra nueva sociedad , con la determinación además de compartirlo, porque se le da importancia a la creación cuando uno pone al servicio del otros su esfuerzo, a la vez que se beneficia del trabajo de ellos.
Es tan grande este campo, que unos señores de traje gris, casi todos ellos, analfabetos digitales, pretenden a través de un pacto, buscar candados para poner nuevas puertas al mismo. En el senado español, la analógica "Ley Sinde" ha podido encontrar apoyo entre los que quieren seguir manteniendo los privilegios de unos creadores que desde el sillón de sus lujosas casas quieren perdonarnos la vida. Pobres infelices. El chollo se les ha acabado. La creación no supone en nuestra sociedad un salvoconducto para la riqueza económica. Nadie soporta, que por hacer una película, una canción o un guión, determinados creadores quieran vivir toda su vida. El negocio de la cultura digital les queda grande, porque sus ambiciones y egoistas posiciones los ha empequeñecido demasiado.
La suerte es que esta ley de la ministra de "Mentiras y gordas" pasara a los anales del disparate legislativo con mucha pena y poca gloria. Los políticos se han hecho los "suecos" con los ciudadanos que conforman la nueva sociedad 2.0 y han preferido seguir bailando al son del "Papito" de turno. Menos mal que en toda esta crisis Alex de la Iglesia se ha bajado de esta farsa, y ha preferido el honor a la subvención. Lo dicho, qué pena señora "Sindescargas".
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