jueves, 20 de enero de 2011

Fitur 2011

El turista es el familiar rico que la hospitalaria España quiere siempre recibir. Aunque esté harto del filete con patatas que significa el sol y playa, en este tiempo de crisis, por lo menos lo servimos más barato, y hacemos más fácil la estancia al primo.
La crisis ha tirado por la borda muchos de los ropajes innecesarios que portaba un sector inflado, donde el dinero había llegado con suma facilidad y se habían olvidado hasta del cliente. Y claro, con vacas flacas, el cliente ha dictado sentencia y ha puesto en su sitio a muchos iluminados que entendían que la exclusividad y el buen servicio sólo debían reconocerse en unos precios estratosféricos.
El turismo es demasiado importante para España, y no puede caer de nuevo en manos poco doctas que perseguían el crecimiento de su bolsillo a costa de la estrategia del trilero. A eso hay que añadirle la cohorte de políticos poco conocederos del sector que consideraron al mismo un cortijo más de los suyos, y lo único que hicieron fue comerse los productos de la matanza y el vino del lugar. El turismo necesita de profesionales expertos y no de la fauna que lo ha poblado en los últimos años, que incluso nos hicieron dudar de nuestros tesoros culturales, naturales y sobre todo de la bondad de nuestro caracter para recibir al turista. 
Desde el pasado miércoles, un año más, Fitur, la Feria Internacional del Turismo, ha abierto sus puertas en Madrid.  La organización calcula que la feria recibirá 200.000 visitantes y generará 180 millones de euros. Durante sus cinco días de duración (estará abierta hasta el domingo día 23), Fitur ingresará 14 millones de euros, cantidad ligeramente inferior a la registrada en ediciones anteriores.
Habrá una menor presencia institucional. Pero no porque la crisis se haya llevado por delante la presencia de algunos asistentes tradicionales, sino porque diversos espacios expositivos se han fusionado, no les ha quedado otra opción. La participación de las empresas ha aumentado un 3%, así como la asistencia de nuevos países (República del Congo, Zambia, Pakistán) y representaciones oficiales (Nueva Zelanda, Namibia, Trinidad y Tobago, Líbano y Suráfrica).
No caerá la breva que disminuya el número de políticos que acudan a tan importante evento, pero como el papel, el turismo lo soporta todo.
Ojala que Fitur represente el punto de inflexión que necesita el turismo malagueño, a pesar de que la corrida picassiana se traslade al Domingo de Resurección, José Tomás no venga a Málaga, y la terna de toreros que harán el paseillo, destaquen por sus habilidades en los despachos.


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