viernes, 2 de diciembre de 2011

Adiós a Diego "Valor" Puerta

El toreo está de luto. Uno de los grandes, de los sevillanos de plata y señorío, el maestro Diego Puerta, ha fallecido. Para torear hay que querer mucho a la vida, para así poder después despreciarla en el albero. Diego Puerta toreó en redondo como lo hacen los grandes, y derramó su sangre en demasiados cosos. En una época donde la televisión encumbra la vulgaridad, su señorío soló se podía paladear en los terrenos del toro, en los de la verdad de la vida, posiblemente por eso no se hayan enterado esta nueva sociedad analfabeta que no reconoce a sus héroes.
Comparto con vosotros el artículo de Fernando Carrasco que ha escrito en ABC con motivo de la muerte del maestro sevillano:
"Diego «Valor». Sobrenombre que se ganó a pulso con la sangre de las cornadas y de no volver nunca la cara. Pero también de no dejarse ganar la pelea ni por el toro ni por sus compañeros. Diego Puerta Diánez, matador de toros, una de las grandes figuras del toreo del siglo XX y uno de los más claros exponentes de la raza pero también de la filigrana, del arrojo y la gracia, fallecía en la madrugada de ayer a la edad de 70 años. Lo hizo en su casa de la urbanización sevillana de Las Canteras, rodeado de su esposa e hijos. Un fallo multiorgánico ha acabado con la vida de uno de los toreros más valerosos de la Historia. La noticia de su fallecimiento causó un hondo pesar en todo el orbe taurino, que lo despidió ayer en la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento hispalense. La misa de corpore insepulto será hoy en la parroquia de su barrio de San Bernardo.
Durante los 16 años que estuvo en activo, triunfó en los principales ruedos de España, Francia y toda la Hispanoamérica taurina. Nacido en Sevilla el 28 de mayo de 1941, desde muy pequeño sintió la llamada del toreo. Se escapaba del colegio para ir al antiguo Matadero, donde trabajaba su padre, y allí emular a las grandes figuras. Debutó en público en la localidad onubense de Aracena, en 1955. Un año más tarde lo hizo con picadores en Vista Alegre y al año siguiente se presentó en la Maestranza.

Récord de cornadas: 58

Sería en 1958, el 28 de septiembre, cuando Luis Miguel Dominguín, en presencia de Gregorio Sánchez, le doctoraba en Tauromaquia en la plaza de Sevilla, en plena Feria de San Miguel. A partir de ahí, Puerta comenzó a labrar una carrera repleta de éxitos, triunfos extraordinarios pero también teñida de sangre. Hasta 58 cornadas conformaban el mapa de su cuerpo, 30 de ellas de suma gravedad. Pero nunca se arredró por los percances y cada vez que volvió a pisar los ruedos lo hizo con mayor ahínco, fuerza y valor.
Confirmó en Madrid en 1960 y se mantuvo en activo hasta 1974. Esa temporada, con tan solo 33 años, se despidió del toreo en su Maestranza, en un histórico mano a mano con su compadre Paco Camino, con quien tantas tardes compartió cartel, al igual que con El Viti, formando el famoso triunvirato. Tan solo unos días antes, en la Feria del Pilar de Zaragoza, había sido herido en el escroto. Su trayectoria está cuajada de momentos épicos, como la tarde de la Feria de Abril ante el toro «Escobero», de Miura, que le catapultó al lugar más alto del escalafón. Faena de gloria y tragedia. Al día siguiente, magullado y casi cubierto con vendas y esparadrapos, volvió a la Maestranza para estoquear una corrida de Peralta. Cortó tres orejas.
También hay que hacer un punto y aparte en la tarde del 26 de abril de 1968. Toros del Marqués de Domecq en el cartel. Diego Puerta hizo el paseíllo acompañado de Antonio Ordóñez y Curro Romero. Aquella tarde protagonizó uno de los hitos del coso del Baratillo al cortarle las dos orejas y el rabo a «Gallineto». También triunfó en Las Ventas, donde toreó 30 corridas, cortó 30 orejas y abrió ocho veces la Puerta Grande —en la historia queda un San Isidro del 67 a hombros con Camino y Romero, detenido el día anterior—. Los mismos paseíllos hizo en Pamplona, donde logró 44 orejas y tres rabos.
Este torero de valor indomable siempre quedó entre los primeros del escalafón, formando parte de los grandes toreros de los 60 y 70. Una vez retirado, se prodigó en festivales. Se hizo también ganadero. Estaba casado con María García Carranza y era padre de seis hijos."
Yo quiero acompañarlo en su última puerta grande. Descanse en paz.

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